Estos días empieza la campaña de las peras y las manzanas en el Reino Unido. Las manzanas son un fruto muy apreciado en este país, de hecho, el más consumido.

La campaña se ha retrasado varias semanas y va a ser algo mejor en cantidad que la del año pasado - a pesar que este año el clima tampoco ha sido muy bueno, con tanto frío en primavera afectando a la floración - y lo más importante, muy superior en calidad a las campañas precedentes. La combinación de frío en primavera y de calor en verano parece que ha permitido a los árboles ofrecer unos frutos muy dulces, de buen tamaño y de color espectacular.

El gran interés en los productos locales ha hecho que muchos agricultores vean en las manzanas y las peras una oportunidad de mercado. En estos últimos años - coincidiendo con el de la explosión de las fresas en Inglaterra y Escocia - se han plantado más árboles, aumentando la superficie en un 10% entre 2009 y el 2012, y hasta el 2014 aun está previsto que crezca en un 7% adicional.

Fuente Waitrose

Sin embargo, con las manzanas pasa algo un poco paradójico. Las variedades traducionales del Reino Unido, como las manzanas Cox, no gozan del favor del público joven, por lo que los agricultores plantan lo que los consumidores demandan, a pesar que sean variedades desarrolladas en Nueva Zelanda o en el Continente. Así pues, manzanas como la Jazz o la Gala han ganado hectáreas en los últimos años (un 50%, por ejemplo, la Gala, desde el 2009) en detrimento de las variedades tradicionales británicas.

Los distribuidores apoyan el producto local, destacando por ejemplo el gran surtido de Morrisons o Waitrose, aunque claro, lo importante es poder poner la banderita. Lo demás, hasta que alguien vea un elemento diferenciador el vender variedades tradicionales del país, no importará demasiado.